El genio del hombre y el genio del artista (II)
Articulo publicado por Carlos Romero Mensaque en el boletín cuaresmal 2012 de la Hermandad de Jesús Despojados.
- D. Antonio Perea fue primeramente detenido el 10 de agosto de 1936 por una dotación de las Fuerzas Cívicas, tras haber sido denunciado por intervenir en la defensa del barrio de San Marcos y no presentarse en su trabajo de la Fábrica de Artillería. Fue puesto en libertad a los 15 días tras tomarle declaración en Comisaría.
- La segunda detención tuvo efecto el 31
de mayo de 1937 por números de la Guardia Civil debido a diversas denuncias de personas concretas y por escrito sobre su participación en las barricadas, donde se le tacha de agitador social, extremista, marxista, que llevaba pistola en las barricadas... pero a la hora de la declaración ante el juez no son capaces de sostener las acusaciones, afirmando que sólo tenían referencias indirectas de Perea, pero que apenas lo conocían.
- El Hermano Mayor de la Hermandad de Jesús Despojado, D. José Laborde Foyo, es requerido a comparecer por haberlo así pedido el detenido. En un primer momento, debido sin duda al temor de verse comprometido con un presunto activista, firma una declaración evasiva, defensiva y reafirmante de su condición de falangista, pero posteriormente y ante el juez de instrucción afirma que se trata de una buena persona y con grandes dotes para la escultura.
- A pesar de que los informes sobre Perea son contradictorios y poco concluyentes, pesa de manera decisiva un informe de la Comisaría de Investigación y Vigilancia que lo tacha de "ser un individuo de ideas izquierdistas muy avanzado, habiendo estado afiliado al Partido Comunista, del que fue delegado (en realidad era vocal 3a del Sindicato de la Fábrica)" y dando por hecho su participación activa en las barricadas, a pesar de no existir evidencias fiables ni contradicciones con la propia declaración del detenido. En 20 de septiembre, el juez de instrucción ordena su prisión y procesamiento sumarísmo de urgencia enviando las actuaciones al Tribunal de Consejo de Guerra Permanente. Se le imputa un delito de rebelión militar.
El 24 de septiembre de 1937 el Consejo de Guerra, en su Sentencia, hacía las siguientes aseveraciones, que evidencian sus evidentes prejuicios:
RESULTANDO que nunca acaba de decirse, por mucho que se repita, que el movimiento revolucionario que venía incubándose en España, desde tiempo atrás y que al fin estalló el 18 de julio del año pasado 1936 es de los que no tiene ejemplo ni paridad en la Historia del mundo y que los responsables más directamente del mismo son aquellos que gozando de alguna ilustración, aunque a muchos intelectuales habría que discutirles ese calificativo, y comprendiendo por ende que mientras el nivel medio cultural de la Nación no alcanzaré la altura suficiente para discernir aquellas teorías avanzadísimas del repartimiento social, justicia popular, milicias populares armadas, sufragio popular inorgánico y demás camelos de la democracia gobierno del pueblo, no reparaban en el daño tan atroz que venían cometiendo y aun a sabiendas de que no era posible que semejantes teorías pudieran ser llevadas a la práctica, en vez de refrenar sus instintos o inclinaciones liberales para cuando pudieran ser implantadas, se aprovechaban del medio ambiente de incultura existente para, halagando las pasiones del pueblo, medrar ellos a su costa escalando mayor o menor altura según fueran mayor o menor también sus ambiciones, sus audacias y hasta sus desvergüenzas, siendo lo más notable de todo que hoy muchísimos de ellos, cual Jeremías, lloran arrepentidos y hasta se horrorizan de lo que está pasando, como si ellos no hubieran engendrado esos salvajismos que realizan la masa y como sí se pudiera olvidar que cuando la otra banda, la sensata, le advertía de los peligros que se corrían con esas doctrinas y propagandas, la apostrofaban llamándola retrógrados, fósiles y enemigos del proceso social que campeaba ya por el mundo entero siendo un vivo retrato de lo que se deja expuesto el procesado de hoy ANTONIO PEREA SÁNCHEZ, que no parece que antes del Movimiento fuera de los extremistas peligrosos, pero una vez establecido el mismo, auxilió a los revoltosos de las barricadas que se levantaron en el barrio en que vivía, llevándoles agua y permaneciendo rato con ellos, aunque no consta que usara armas de fuego ni que compartiera con los revolucionarios su espíritu combativo
Concretamente, este era el tenor de la Sentencia conjunta en lo referente a Creagh:
"[...] dotado de conocimientos técnicos y de relativa buena cultura, era uno de tantos más o menos de buena fe que se creían libertadores del pueblo y que en su empleo de jefe de negociado de tercera clase en el cuerpo de telégrafos no se circunscribía al cumplimiento de su deber, sino que, erigido en conductor de muchedumbres, ya se distinguió en el año 32 cuando el movimiento de Sanjurjo, al lograr comunicarse con Madrid, estableciendo una comunicación telegráfica improvisada, enterar al gobierno de lo que tan glorioso general había tramado contra la voluntad popular que ellos decían representar y gobernar, cuando no eran más que unas cuadrillas de titiriteros y farsantes, acto por el que fue largamente premiado y que le hizo continuar con mayor celo sí cabe en el camino emprendido, para lo cual ingresó en la Masonería, adoptando el simbólico nombre "Pérez Galdós" y se afilió al partido de Acción Republicana o de Azaña, figurando en la directiva local del mismo, al par que hacía la propaganda correspondiente entre sus compañeros, a los que repartía folletos, como el que se le ha ocupado de la representación de Asturias, a fin de ir preparando su repetición y repercusión en todos los ámbitos de España [...]"
A la vista del expediente de Creagh, todo parece indicar que era el objetivo primordial de la redada del mes de agosto y que se pretendía un escarmiento revanchista por su participación en la Sanjurjada. De hecho, fue el único de los dos sentenciados a muerte, que efectivamente fue ejecutado en las tapias del cementerio un 9 de marzo de 1938 a las 4 de la mañana. A las 12 se le había anunciado oficialmente la sentencia en firme a todos los condenados menos a él. A su compañero Santos lo habían indultado a última hora. Pero a él nada le dijeron hasta las dos de la mañana. Este fue el momento que tanto había temido, el que Perea recuerda. Sabe que va a morir, se niega a firmar el comunicado y todo su semblante es de desesperación. Había comenzado su agonía, como la de Cristo Despojado en el Calvario.
En virtud de la sentencia, D. Antonio debía de permanecer en la Cárcel hasta 1952. No obstante, se redujo su condena, sin duda, como veremos, por la hechura de la imagen de Jesús Despojado. Estuvo en la Cárcel hasta el 12 de febrero de 1940, año en que se le destinó al Campo de Concentración de "Los Merinales", donde se construía el denominado "Canal de los presos", desempeñando labores técnicas, debido a la preparación adquirida en la Fábrica de Artillería antes de la Guerra y pronto se ganó también la simpatía de jefes y carceleros. Finalmente en 28 de agosto de 1940 se le concedió el estatus de libertad "atenuada", merced a su buena conducta y la estimación general que gozó entre los jefes, aunque durante bastantes años tuvo que presentarse periódicamente en comisaría.
Los años en la cárcel y la conmoción sufrida le marcaron profundamente. Hasta la llegada de la democracia, era una persona que tenía mucho miedo a cualquier expresión política.
EL ENCARGO DEL CRISTO
En junta de oficiales provisional de 15 de febrero de 1938 el Hermano Mayor de Jesús Despojado da cuenta del ofrecimiento de la hermana doña Pilar Gutiérrez Franco de construir a sus expensas la imagen del Cristo y que para ello se encargue a Perea.
¿Quién le hace el encargo? ¿Fue la hermana Pilar González Franco? ¿Conocía ella a Perea...o fue directamente el Hermano Mayor y su hijo, que ya le conocían. Lo cierto es que el hecho de ser hermano fundador debió de influir... a pesar de todo.
Conocemos que hubo gestiones de Laborde Foyo, Hermano Mayor, que, era persona de influencia y miembro de Falange, su hijo y otros conocidos, habilitándose la enfermería al efecto. Todo parece indicar que fue a partir de ese encargo cuando empieza a cambiar la suerte de Perea, que adquiere un estatus de cierto privilegio o, al menos, de reconocimiento entre las autoridades de la cárcel, que le facilitan la enfermería como improvisado taller de imaginería.
Lo cierto es que, por su buen hacer y su carácter extrovertido, se fue ganando el favor de funcionarios y autoridades, recibiendo muchos encargos, entre ellos una Virgen de la Merced, o un Corazón de Jesús, aparte de bustos en bronce y diversos dibujos. Así fue fraguando la idea de la imagen de Jesús Despojado. Tomó como referencia iconográfica la magnífica obra de El Greco "El Expolio". Como ya queda indicado, Perea siempre ha afirmado que fue D. Juan de Dios Creagh quien le sirvió como modelo expresivo para el Señor Despojado, no ya de sus vestiduras, sino de su propia dignidad como persona, indefenso ante la injusticia de los hombres. En la Cárcel y por encargo hice el Cristo del Expolio. ¡Más inocente que yol! también "por ellos" expoliado.
Para los aspectos anatómicos conocemos que Perea utilizó como modelos a otros presos. El escultor trabajó con entusiasmo y meticulosidad; al principio de manera precaria, pero poco a poco fue consiguiendo los elementos necesarios para su ejecución, incluyendo la madera noble, suministrada por la Hermandad. Hubo de trabajar aprisa, porque los cofrades le apremiaban y esto en parte motivó que la imagen quedara inconclusa y a falta de detalles. De hecho Perea presentó al menos dos bocetos a la junta de gobierno. El que se conserva evidencia la intención del autor de tallarlo de cuerpo entero, pero los oficiales decidieron que la imagen fuese de candelero. El Domingo de Ramos de 1939 fue solemnemente bendecida por el párroco de San Julián, por delegación del Provisor de la diócesis, tal como se reseña el mismo día en el diario ABC. El escultor, en escrito remitido a la Hermandad, donó la obra desinteresadamente.
En el boceto en pasta de madera del Cristo, hoy día en poder de la familia de don Manuel Ortiz Gómez (q.s.g.h.), sobrino del escultor, se aprecia una gran influencia del tema del Greco. En este boceto previo a la talla, de unos 45 cm de altura, Cristo aparece con la mano derecha sobre el pecho izquierdo, dejando ver el hombro y parte del pecho izquierdo teniendo asimismo avanzada la pierna izquierda. Mira a lo alto y, rodeando el cuello, aparece una soga que le cae hasta la cintura. Este boceto fue posteriormente policromado por Eslava. Además de este boceto existió otro según Ortiz que representaba a Cristo de cuerpo entero y con un rostro distinto. Lamentablemente un día se cayó y se partió pues era de barro, no conservándose testimonios gráficos de dicho boceto.
La talla del Señor fue primitivamente de candelera, tallando el escultor la cabeza, parte del tronco hasta la altura del pecho, brazos (el derecho era articulado a la altura del codo y del hombro y el izquierdo sólo en el codo), manos, piernas hasta poco más por encima de las rodillas y pies, conservándose además del boceto ya comentado un modelo en barro cocido de la cabeza en poder del propietario de un conocido bar del barrio de San Gil.
La imagen mereció muchos elogios y el comentario de una página completa en el diario "La Unión" de Sevilla en un artículo sin firma en el cual se pondera al autor calificándole de
" [...] muchacho autodidacta de extraordinarias intuiciones artísticas" y se dice del Cristo que, a pesar de haber sido esculpido "donde toda incomodidad tiene su asiento" que "pese a tantas dificultades, la imagen de este Nazareno ofrece un primer golpe de vista hermoso y convence al más exigente de la natural maestría de su autor. La gracia de las guedejas del cabello, la interpretación de la barba, la superación refinada en la anatomía del cuello, la insistencia precisadora de la gubia en los planos faciales, la compostura total de soberana arrogancia y esbeltez de líneas,sin que falte la humildad en la posición de la estatua, la ofrecen con definido carácter barroco".
La circunstancia de haber sido tallada por un recluso fue centro de comentarios en toda Sevilla e incluso la prensa nacional se hizo eco a modo de propaganda del nuevo régimen. Esto generó un sentimiento especial entre los condenados. Era "El Cristo de la Prisión"y de alguna manera creó un cierto prejuicio en determinadas instancias sociales y eclesiásticas, que nunca aceptaron esta presunta afinidad con elementos de izquierda. Se llegó a decir que algunos reclusos ingresaron en la Hermandad, conmovidos por las circunstancias ya apuntadas, pero esto no se ha podido verificar, aunque no parece probable que esta devoción fuera más allá de una actitud hondamente sentimental de identificación en el dolor con el Cristo Despojado de sus Vestiduras. ...
Y ciertamente tampoco faltaron compañeros de prisión que renegaron de Perea y su obra, e incluso lo tacharon de colaboracionista. El episodio de vestir la imagen del Cristo con las ropas de los carceleros fue muy significativa.
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